jueves, 31 de marzo de 2011

Este espejo se rompe

Este blog nació bajo un vínculo que se creó de la nada. Entre dos personas que se creyeron iguales y se supieron distintas. Él, a caballo entre la genialidad y la inexistencia, escudado en su soberbia y la rigidez de sus teorías, pero con momentos de luz y calma que hacían que una tormenta valiese la pena. Ella, a saltitos entre la profundidad reflexiva y lo sencillo de quedarse respirando sobre el mar, buscando el equilibrio y la sonrisa de la piedra más afilada con la que tropieza.

Este blog termina hoy tras otro espejo que se rompe... quedando sólo trozos de la mitad que se queda sola. Porque mirarse al espejo duele. Porque jugar con cristales corta. Porque destruir siempre es más fácil que seguir luchando por crear.

Rectas que se retuercen

Si la destrucción ya existe inherente a la existencia, ponerla en tu mano no es más que un acto de rebeldía e insumisión hacia las leyes del Universo. Y defender la putrefacción de un sustrato es muy útil excusa para evitar plantar algo y dejar de regarse uno mismo. 

¿Mi camino un atajo? No por no hacer ruido piso menos fuerte. No me hace falta comer setas para sentirme más viva (o menos muerta). No tengo arañazos en mis piernas ni ganas de arañar a nadie. No necesito borrar mis huellas para sentirme más libre. No necesito Primperán en la mochila por sufrir náuseas cada dos por tres. No necesito manual en el sobaco para sentir que mis palabras tienen rotundidad. 

Yo atajo. Tú caminas en círculos.

domingo, 27 de marzo de 2011

Muros que derribar

Destruir es un ansia vacía de objetivos.  Es un extremo que impone con ira la necesidad de que desaparezcan las cosas. El cemento que resta plasticidad a tus neuronas lo esparce la misma mano que sueña ahogar gritos en sangre. Un sueño que resta tiempo a los pasos hacia delante. Porque te encuentras un muro. Porque evitas la realidad. 

Los ojos que no miran al frente se nublan con la fuerza centrípeta de la lógica y el hormigón. Los trozos de espejos rotos distorsionan lo que eres. Tu fin se queda en el medio y tus extremos sin su mitad. 

sábado, 26 de marzo de 2011

Entre mis pasos y los tuyos

La realidad que más me asusta es quedarme fabricando bolitas de cemento a tirar sobre mi propio cerebro. Que no elija arrojarme al vacío no quiere decir que mi realidad me asuste. Porque buscar el equilibrio es ese punto medio donde se libra la verdadera batalla por avanzar. Nunca me gustó tropezar con mis propias piedras.

Entre las palabras y lo que dicen

Zenón te metería a centrifugar en la lavadora si tu persona y tal aparato hubieran convergido en su mismo tiempo. Y tus extremos serán homogéneos como homogénea es la presencia de tropiezos al andar. 

El cristal de tu armamento lógico es como un muro en el medio que, sin saberlo, ya buscas. Tus palabras, ladrillos en círculos. Tu perspectiva, dura como el cemento. Como el engaño que, dibujado sobre el espejo, escribes al mundo con tus palabras sin corazón. 

El espejo a demoler no está fuera. Adivina dónde está el engaño, también.